obra de Ixone Sádaba |
La mudanza del adiós orquestaba una irritante sonata de cintas de embalaje en casa de los Putman.
Martina sintió aspereza en el alma. La visión de las pertenencias de Leo en las cajas de La Guipuzcoana le suponía un salto al vacío y sin anestesia.
Un golpe de corriente quiso regalarle el estruendo de un portazo que provocó el ladrido histérico de un caniche vecino.
Martina sintió aspereza en el alma. La visión de las pertenencias de Leo en las cajas de La Guipuzcoana le suponía un salto al vacío y sin anestesia.
Un golpe de corriente quiso regalarle el estruendo de un portazo que provocó el ladrido histérico de un caniche vecino.
-¡J-o-o-o-o-o-der!- gritó Martina.
Sorprendida, se observó en el espejo acariciándose la garganta lentamente. Acababa de gritar, con vigor y todas sus fuerzas. Un coraje desconocido para su voz dormida.
El miedo de Martina Putman era un ciclón de energía incómoda que alcanzaba todas sus células sin un altavoz posible. Un extraño anquilosado en la sombra de su propio cuerpo que desde niña le engañaba con lágrimas de cocodrilo. La misma sinfonía de tristeza que le vinculaba con Leo Putman.
Obra de Naia del Castillo |
Obra de Ixone Sádaba |