Esther es una abogada de
43 años, ambiciosa y muy dinámica. No tiene hijos ni pareja estable. Le
interesa mucho el desarrollo personal y ha realizado algunos talleres de
crecimiento acrecentándose sus insights
en los últimos años.
Cuando comenzamos a trabajar en consulta
expresó su sano interés de ahondar en la tristeza que, con mucha frecuencia, afloraba
y sentía cuando llegaba el viernes a casa tras una semana de intenso ritmo laboral.
Esther la describía como una emoción
profunda que le llevaba a aislarse y a
cancelar, en el último minuto, algún plan previsto con sus amigas. Según
decía, necesitaba alcanzar mayor comprensión de su conducta además que sus amigas la consideraban cariñosamente "algo freaky”.
Tras varias sesiones de escucha
activa, comenzamos a ahondar con técnicas de regresión, con la intención de sanar
su herida de abandono primordial de la infancia.
Esther drenó poco a poco las malas hierbas de su antigua tristeza y fue comprendiendo su paradigma mental falto de amor y de valor hacia sí misma. Una dinámica
que aprendió para sobrevivir al profundo dolor causado por el abandono que vivió en su familia de origen,
y que la llevó a desconectarse de sus necesidades afectivas primarias.
Durante años, Esther vivió de
manera insconsciente sacrificada en el trabajo sin darse permiso de ahondar en su campo
emocional. Como si un rígido mantra mental le impidiera gozar de una vida plena y saludable, en la que las distintas áreas de su vida convivieran en sano equilibrio. Entre semana y durante años, mostrarse tan ocupada fue la estrategia
maestra de evitación ante la incesante sombra del temor a sentir el dolor. Desde niña tuvo que sobrevivir y se fue construyendo una personalidad
adulta no merecedora de amor.
Tras liberar la rabia y la frustración de su niña interior fuimos, poco a poco, ahondando en el proceso del perdón a sus padres, y a lo largo de nuestros encuentros
fue mostrándose mas vulnerable y reconstruyendo una nueva versión
de sí misma.
Hoy Esther vive más alineada con el auténtico propósito de su vida, más conectada con sus necesidades reales y más desapegada a la aprobación de los demás vinculada a su adicción al trabajo.