Estos días practico un retiro de silencio y una dieta macrobiótica cerca del mar. Esta práctica me permite romper con la estructura que es mi vida el resto del año y recordarme. En inglés hay un vocablo mas certero: embodying oneself.
Reconozco la inercia en mi vida y estos días permito a mis cuerpos reciclarse, dejando que muera lo que ya no les sirve y se nutran de lo que anhelan. Escuchando y en silencio. Como una dulce y profunda caricia vital. Todos los cuerpos cuentan, el físico y sus emociones; el mental, con sus pensamientos, anhelos y proyecciones; el espiritual, con su capacidad de vaciarse y trascender la identidad del nivel persona.
Despido
el dosmiltrece encendiendo la memoria que conecta con mi corazón. Sintiendo
fuegos artificiales que atraviesan mi cuerpo. Un caos ardiente de luces y
sombras fluyendo en todas las direcciones. Un corazón de fuego
en una hoguera de anhelos y temores, de propósitos y certezas.
Algunas vivas, otras muertas. Por un lado siento una gratitud infinita,
plena e íntima. Por otro, una necesidad de desechar lo inútil y
obsoleto. Lo que me incomoda.
Quiero cerrar el 2013 dando las gracias.
A la vida por pulsarme a diario. A mi cuerpo por expresarse en la danza y señalarme mis bloqueos. A mi alma sutil y misteriosa por su sabiduría. A mi hijo Jorge por su entusiasmo y alegría. A mi acompañante Caillou por su entrega leal. Al miedo por su maestría. A mis amigos y maestros por acompañarme en el camino. A
la Madre Tierra por su inspiración y generosidad incondicional. A la meditación y el silencio por su canal facilitador. A las noches por traerme el caos y personajes inéditos para la escritura. A mi familia de origen por ser como es. Al universo por tanto amor, magia y abundancia.
De corazón.
F E L I Z T R A N S I T O 2014
texto y foto D.P.B.